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19 de agosto, 2016

Lomito con palta en Beijing

jorgeheine1

Una de las experiencias notables de mis años en China ha sido recibir la primera partida de ganado en pie exportado desde Chile a este país. Despachadas desde Puerto Montt, las 7000 vaquillas Holstein llegaron al puerto de Tianjin en buenas condiciones, después de 30 días cruzando el Pacífico, en una extraordinaria operación logística ( aunque el olor en el muelle dejaba mucho que desear). En el curso del resto del año 2015, otras 14,000 vaquillas lo hicieron en dos embarques adicionales, a enriquecer el acervo genético de la masa de ganado lechero en China, y a desarrollar su industria láctea. Lo que yo no esperaba era que en adición a estas vaquillas, otro sector pecuario de mi lejano país también llegaría a lo que alguna vez se conoció como el Imperio del Centro.

La mitad de los más de mil millones de cerdos del mundo se encuentran en China. Desde tiempos inmemoriales, la carne de cerdo ha sido parte integral de la dieta china. Sin ir más lejos, el plato favorito de Mao Zedong, un guiso propio de Hunán, su provincia natal, era el «hongshao rou» cerdo rojo asado, con dados de carne de cerdo caramelizados, maní y especies picantes, un sabroso manjar que alguna vez degusté en Changsha, la capital de esa provincia. Sin ir más lejos, en 2014, el consumo de carne de cerdo en China llegó a los 57 millones de toneladas, algo más de la mitad del consumo total de carne de cerdo en el mundo. Cada chino consume un promedio de 35 kilos de carne de cerdo al año, el doble del promedio mundial.

Por razones obvias, al llegar a Pekín hace un par de años, asumí que si había un sector en el cual Chile no podría competir, sería en el porcino. Sin embargo, para mi sorpresa, el disponer de la mitad de la masa porcina del mundo no es suficiente para el cada vez mayor apetito chino por su carne favorita. Desde hace ya una década, China importa cada vez más productos de cerdo, y ello no tiene visos de detenerse. La industria porcina china transita desde la producción en pequeñas granjas familiares a la de grandes factorías, y aunque los precios se han ido por las nubes, no da abasto. En 2015 China importó dos millones de toneladas de carne de cerdo, por un valor de US$4 mil millones. En Hong Kong, con un ingreso per capita muy superior al de la parte continental de China el consumo de carne de cerdo casi duplica el de esta última, lo que nos indica por donde va esto.

Y es en ese nicho que ha entrado Chile. Chile nunca ha sido un país de grandes masas ganaderas ni porcinas. Su reputación como exportador alimentario se la ha ganado en la fruta fresca y en el salmón. Sin embargo, en los últimos años, se ha dado un boom del sector porcino nacional, hoy el sexto exportador a nivel mundial, con US$ 460 millones en 2015. El consumo en Chile también ha aumentado, pasando de los 5kg/pc en 1985 a 16kg/pc hoy en día ( aunque superado por el pollo con 32kg/pc y el bovino con 23kg/pc ). El emparedado favorito del chileno es el “lomito con palta”, hecho con carne de cerdo. Con todo, Chile exporta la mitad de la carne de cerdo que produce.

Y dos tercios de esas exportaciones van a tres países : Corea del Sur, Japón y China.

¿Cómo logró Chile posicionarse en un rubro tan competitivo en estos mercados claves?

En buena medida, la historia del auge de la industria porcina en Chile, dominada por grandes empresas integradas verticalmente, no es muy distinta a la del resto del campo chileno: una fuerte entidad reguladora fitosanitaria como el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG); alta inversión en tecnología de punta y acceso preferencial a los mayores mercados del mundo. Esto último gracias a los Tratados de Libro Comercio (TLCs), de los que Chile exhibe el mayor número de país alguno, incluyendo a los firmados con los tres países arriba mencionados.

Aunque en China las exportaciones de cerdo de Chile aún están muy por debajo de competidores como los Estados Unidos, Alemania y España, no han dejado de crecer como la espuma. En 2015 llegaron a US$ 80 millones, y se proyecta aumentarán a US$ 95 millones en 2016. Y el exportar cerdo a China es atractivo para los productores chilenos porque el consumidor chino no se come sólo la carne, sino que también los interiores, las patas y hasta las orejas del “chancho” ( como se le llama en Chile).

El fin del superciclo de las “commodities” y la caída de sus precios ha impactado a las economías sudamericanas. La relentización de la economía china se ha sentido en la región. Sin embargo, la así llamada “nueva normalidad” china ( que significa un mayor énfasis en el consumo, entre otras cosas, de más y mejores alimentos) ofrece buenas oportunidades a los países latinoamericanos.

En el caso de Chile, cuyo agro creció al 6% en 2015 (el triple del PIB), en parte impulsado por la gran demanda china por alimentos, ello es evidente. En los primeros seis meses de 2016, las exportaciones agrícolas de Chile a China han crecido casi un 20%. Con un 20% de la población y solo un 8% del suelo cultivable del mundo, China siempre va a importar alimentos. Y América Latina está bien posicionada para responder a esa demanda. Es por ello que estoy seguro que veremos cada vez más «hongshao rou» preparado con carne de cerdo chileno en los hogares, hoteles y restaurantes de la parte continental de China.

Jorge Heine (Embajador de Chile en China)

 

Fuente: Portal Xinhua

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